Ayer publiqué esta columna sobre consumismo y moda en la revista Zoom Magazine (+). Estoy emocionadísima por esta colaboración que ya está colgada en el la página web y que a finales de abril aparecerá en la versión impresa. Aquí les dejo una parte del escrito y al final podrán encontrar el link para que lo lean completo.
A propósito de la polémica portada de la revista Vogue protagonizada por Kim y Kanye, las últimas colecciones de Moschino y Chanel donde, en cambio, son los productos en masa quienes quedan bajo el spotlight y en general el siglo XXI, hemos quedado expuestos como sociedad a un consumismo desenfrenado que cada vez se aleja más del juicio moral y se apodera de todas las élites que todavía se jactaban de la exclusividad de su estética. El gesto de Anna Wintour de elegir a una de las parejas más irreverentes (y cuya fama poco ha necesitado ser respaldada por talento), como portada de la proclamada "biblia de la moda", no tiene otro propósito más que el de enfrentarnos como un espejo brutal a aquello que hoy llega a definir nuestra generación. La moda siempre va a la vanguardia, define el comportamiento y es la voz de cualquier sociedad, entonces no nos sorprenda que la reina del reality, la definición de placer culposo, se esté convirtiendo hoy no solo en un ícono, sino en un hito de la moda.
Pero la cosa no termina allí, no hay que ser un connoseur ni un experto para haber visto al menos un atisbo en la web de las la sorprendente colección (o más bien pasarela) para la temporada Primavera/Verano 2014 de Chanel. Aquella imagen del corredor blanco y alargado por donde se desplazaban glamorosas modelos que nos hacían soñar con vidas delirantes y llenas de lujo quedó atrás cuando el genio creativo Karl Lagerfeld construyó decenas de estantes atiborrados de productos de la canasta básica. Altamente estético sin embargo, el Chanel Shopping Center ha causado sensación, pues se ha llevado el protagonismo más allá de las mismas prendas. Y estas a su vez, en medio de la clásica estética de Chanel, también emulan el look dominguero y perezoso que poco pensamos al armar cada vez que vamos al supermercado.
No tan sorprendente, pero igualmente impactante fue la colección de Moschino Otoño/Invierno 2014. El factor sorpresa se ve un poco atenuado cuando quien estupefacto ve la colección, la ubica dentro de esta afamada casa de moda italiana que se caracteriza por tener siempre ese toque juguetón, tal vez un tanto burlón, y obsesionado al extremo con la cultura Pop. Y esta colección no decepciona, incluso llega a alborotar a los más puristas y creyentes de la moda como sofisticación, pues en medio de las modelos concentradas en su caminata, vemos lo que parecen casi disfraces de empleada de McDonald’s con bandeja en mano y en ella llevado un bolso con una ‘M’ característica en rojo y amarillo, pero ligeramente modificada. ¿’M’ de moda? ó ¿’M’ de masificado? La respuesta nunca es clara, pero la pregunta es inquietante.
Dentro del espectro más sofisticado de este abanico de moda y consumismo extremo, encontramos a personajes consagrados de este mundo como Anna dello Russo, quien ha caracterizado su estilo recreando los looks head-to-toe de las pasarelas, apropiándoselos con su actitud despampanante y muy italiana. Este ‘descaro fashionista’, por así llamarlo, le ha servido para llevar a las calles estas colecciones. A través de redes como Instagram, dello Russo ha convertido en objeto de deseo estas prendas y accesorios inspirados en aquello que en otros tiempos podría ser considerado ordinario e irrelevante.
Mencionar a esta mujer, editora de Vogue Japón e ícono irrefutable de la moda, es inevitable, pues ella es el ejemplo perfecto de este fenómeno que desdibuja las líneas entre la masificación y la exclusividad, pues convierte hasta un trapo en moda, o en este caso un cartón de papas fritas en el accesorio de la temporada. Ella traduce el lenguaje de los diseñadores en las pasarelas para el público común. Al mismo tiempo, pero del otro lado de la moneda, están mujeres como Kim K, quien para muchos es el símbolo de la decadencia consumista, pero que comienza a abrirse paso en la antes excluyente esfera de la alta moda. Todo esto solo confirma la época ambigua en la que vivimos, donde los límites se pierden y cualquiera ve una oportunidad para sacar provecho. Pero en medio de todo esto, me viene un viejo dicho a la cabeza en forma de pregunta ¿Será que aunque la mona se vista de seda, mona se queda?
Pero la cosa no termina allí, no hay que ser un connoseur ni un experto para haber visto al menos un atisbo en la web de las la sorprendente colección (o más bien pasarela) para la temporada Primavera/Verano 2014 de Chanel. Aquella imagen del corredor blanco y alargado por donde se desplazaban glamorosas modelos que nos hacían soñar con vidas delirantes y llenas de lujo quedó atrás cuando el genio creativo Karl Lagerfeld construyó decenas de estantes atiborrados de productos de la canasta básica. Altamente estético sin embargo, el Chanel Shopping Center ha causado sensación, pues se ha llevado el protagonismo más allá de las mismas prendas. Y estas a su vez, en medio de la clásica estética de Chanel, también emulan el look dominguero y perezoso que poco pensamos al armar cada vez que vamos al supermercado.
No tan sorprendente, pero igualmente impactante fue la colección de Moschino Otoño/Invierno 2014. El factor sorpresa se ve un poco atenuado cuando quien estupefacto ve la colección, la ubica dentro de esta afamada casa de moda italiana que se caracteriza por tener siempre ese toque juguetón, tal vez un tanto burlón, y obsesionado al extremo con la cultura Pop. Y esta colección no decepciona, incluso llega a alborotar a los más puristas y creyentes de la moda como sofisticación, pues en medio de las modelos concentradas en su caminata, vemos lo que parecen casi disfraces de empleada de McDonald’s con bandeja en mano y en ella llevado un bolso con una ‘M’ característica en rojo y amarillo, pero ligeramente modificada. ¿’M’ de moda? ó ¿’M’ de masificado? La respuesta nunca es clara, pero la pregunta es inquietante.
Dentro del espectro más sofisticado de este abanico de moda y consumismo extremo, encontramos a personajes consagrados de este mundo como Anna dello Russo, quien ha caracterizado su estilo recreando los looks head-to-toe de las pasarelas, apropiándoselos con su actitud despampanante y muy italiana. Este ‘descaro fashionista’, por así llamarlo, le ha servido para llevar a las calles estas colecciones. A través de redes como Instagram, dello Russo ha convertido en objeto de deseo estas prendas y accesorios inspirados en aquello que en otros tiempos podría ser considerado ordinario e irrelevante.
Mencionar a esta mujer, editora de Vogue Japón e ícono irrefutable de la moda, es inevitable, pues ella es el ejemplo perfecto de este fenómeno que desdibuja las líneas entre la masificación y la exclusividad, pues convierte hasta un trapo en moda, o en este caso un cartón de papas fritas en el accesorio de la temporada. Ella traduce el lenguaje de los diseñadores en las pasarelas para el público común. Al mismo tiempo, pero del otro lado de la moneda, están mujeres como Kim K, quien para muchos es el símbolo de la decadencia consumista, pero que comienza a abrirse paso en la antes excluyente esfera de la alta moda. Todo esto solo confirma la época ambigua en la que vivimos, donde los límites se pierden y cualquiera ve una oportunidad para sacar provecho. Pero en medio de todo esto, me viene un viejo dicho a la cabeza en forma de pregunta ¿Será que aunque la mona se vista de seda, mona se queda?
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Espectacular!! Me encanto tu artículo, muy buen escrito y con excelente contenido. Mil felicitaciones por la merecida publicación.
ResponderEliminarxo
Maddy
Freaky Fashion Friday ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
Me encantó, difinitivamente dices todo lo que se debe decir, de una manera entretenida y muy clara.
ResponderEliminarExcelente artículo María E., completamente de acuerdo con tu punto de vista.
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