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El cuento de hadas moderno.


Llevo varios días pensando en cómo empezar este post. Es algo que de un tiempo para acá he ido pensando, según las cosas que me han pasado a mí y a mis amigas. Aunque en principio suene como un tema denso y hasta ladrilludo, quiero hablar sobre la manera como se ha reformulado el rol de la mujer en la sociedad. Como este es un blog y no un ensayo para la universidad, lo más probable es que no quieran que entre en detalles filosóficos. Sin embargo creo que es necesario pensar en cómo hemos quedado, a mi parecer, en un intermedio existencial extraño. Antes se sabía todo lo que una mujer no podía hacer y de qué forma debía desempeñar su vida para el agrado de la sociedad. Hoy en cambio se habla de la liberación de la mujer, de la igualdad entre los sexos y un montón de mitos más que para mí en realidad no significan nada.


Con esto no quiero que piensen que soy una de esas tantas mujeres que todavía cree en aquellos valores irracionales de antaño que tan solo beneficiaban a los hombres, lo que quiero decir es que el mundo no es tan así. A lo que me refiero es a que en la vida 2+2 no es 4, ni el comportamiento de las personas se puede medir con una regla. Entonces, para no desviárme de lo que quería escribir, ser mujeres en el siglo XXI se ha convertido en algo completamente complicado, en un concepto lleno de recovecos e infinidad de facétas, lo que muchas veces considero una ventaja, pero que otras se vuelve un juego de ajedrez. O díganme si no se han pillado en medio de la vida pensando en cuánto las confunde el infame Señor X (aquel hombre que siempre hace grietas en nuestra sanidad mental), o cuánto tiempo deberán esperar sentadas en un bar haciéndole ojitos descarados a algún galán anónimo hasta que vaya por ustedes, o incluso, buscando brujas de barrio que les digan si sus sospechas son ciertas con respecto a su prospecto universitario.

Y es que es eso exactamente a lo que me refiero, ser mujer es una cosa muy rara y difícil. Seamos sinceras, la liberación femenina sudamericana no ha terminado de ser. En algunos aspectos, sobretodo en lo laboral o académico hay una cierta tentativa de igualdad, ya en muchos lugares se reconocen las habilidades suprahumanas que poseemos las mujeres, etc. Pero en el ámbito romántico, todo es una maraña de reglas indescifrables que ni siquiera nosotras mismas queremos terminar de replantear. Es decir, todavía queremos cortejo medieval, pero a la vez queremos ser una fieras sin vergüenza en la cama. ¿Quién nos entiende?


Por ejemplo yo, conocí a un niño el semestre pasado, que por cuestiones de pudor personal llamaremos "S". Al comienzo me ponía extremadamente nerviosa, y cuando les contaba a mis amigas, hasta las cosas más estúpidas me parecían un gran avance. "¡Se sentó a mi lado!" , "¡Le dio risa mi aporte!", "¡Me habló en la fila del Oma!". En fin, mil bobadas que a medida que pasa el tiempo me doy cuenta que no eran nada, simplemente estaba siendo una persona amable, nada más. Con esa pequeña dosis de realidad entre manos, pensé: "Qué boba, si quiero que pase algo tengo que hacerlo yo misma". Sin embargo nunca hice nada, y ya estoy a puertas de un nuevo semestre y no hay ninguna señal de que compartamos alguna clase, es decir, nuestra  "oportunidad" ya pasó y dudo que regrese. ¿Por qué? Por el simple hecho de que en realidad no me atrevo a tomar las riendas de mi vida amorosa aunque soy una romántica empedernida, y por lo mismo algunas dirían que hasta ligeramente "machista" en ese sentido, a mí me gusta gustarle, me gusta que el me invite y sea él el primero que me hable. El lío es que hace mucho que eso no pasa...

Ahí es donde empieza mi cuestionamiento, ¿Cómo se supone que debemos actuar en estos tiempos modernos y liberados? ¿Cuál es el nuevo set de reglas amorosas? Sinceramente no tengo una respuesta. Pero por lo mismo he llegado a la conclusión de que esa es la mejor respuesta, porque de ese modo depende solo de nosotras plantearnos de qué manera queremos vivir nuestras relaciones y sexualidad. Este mundo es tan vasto, y el ser humano es tan complejo, que hemos llegado a un punto de la existencia en donde se puede decir que todo vale.
Lo único que no vale es dejar que se nos pase la vida entre especulaciones y preguntas sin respuesta. Todas deberíamos hacernos la idea de que lo que queremos está en nuestras manos, así que ya no hay confusión ni excusa que valga. Creo además, que ahí es donde está esa liberación femenina, en tener la opción y capacidad de elegir el qué, el cómo y el cuándo. Así que el cuento de hadas moderno es de nuestra propia autoría. De hecho en mi vida parecen llegar señales de humo que encuentro todo el tiempo en forma de amigos y consejeros, que me dicen que tener la  vida romántica que queremos es simple cuestión de estar atentas, abiertas y dispuestas. También ayuda saber qué es lo que queremos, de ese modo tendremos una suerte de antenita enviará señales que nos llevarán a la relación que buscamos. Además, como dicen los viejos, mejor arrepentirnos por lo que hicimos que por lo que dejamos de hacer...

1 comentario:

  1. Me encantó tu post. A veces me siento igual, estoy totalmente de acuerdo contigo y creo que muchas mujeres pasan por lo mismo.

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