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Manifiesto con Curvas

Ayer leí la pseudo-columna de la revista Aló por Alejandra Azcárate, donde arremete estúpidamente contra las gordas. Habla de que somos mujeres sin verguenza, que vivimos de las migajas de los hombres y de que, en pocas palabras, nos perdemos de lo mejor de la vida porque nos cuesta llegar al 90-60-90. Hace poco, también estaba leyendo un artículo en la web de la revista Fucsia, que hablaban sobre el efecto negativo que tiene el sobrepeso en la vida sexual de las mujeres. Dicen que el número de "gorditas" que limitan su sexualidad va en creciente aumento y que la única aparente solución, es tan simple como bajar de peso. 
Ambos artículos me alarman tanto, porque para mí, discriminar a una persona porque sea gorda, es igual de grave que discriminarla porque sea gay, lesbiana, negra o india. El hecho es que sobrepasa mi comprensión que el ser humano siga catalogando de manera negativa cualquier diferencia. Y más allá de eso, diferencias tan superficiales como simples medidas físicas. En especial sin darse cuenta de que sus estándares son un mito cultural. De hecho, ni siquiera es tan general, ya que solo situándonos en nuestro país, el prototipo de belleza para una mujer, cambia de acuerdo con la región. Incluso en mis reuniones familiares lo veo. Mi familia es de Cartagena, pero la mitad vive en Bogotá desde hace mucho tiempo, y dos de mis primos, y mi hermana, son nacidos aquí. Cada vez que nos reunimos y mis primos invitan a sus novias, lo puedo ver. Mi primo Eduardo, que más costeño no puede ser, siempre tiene novias que a mí me gusta llamar "mujerones". Son la típica belleza voluptuosa, bronceada, con muchas tetas y mucha cola, pelo largo, mucho maquillaje y siempre están arregladas a la perfección. Por el contrario, mi primo Carlos, que es de Bogotá, todas las novias que le he conocido son flaquitas, bajitas, blancas y de pelo más o menos corto, más bien sencillas y muy tiernas. Esto es, en una pequeña escala, la gran diferencia entre una región y otra. En la costa, como me dice mi mamá, les gustan las mujeres con "más carne", morenas y medio gatas. En Bogotá, menos cuerpo y más cabeza, aquí me he dado cuenta que es más importante el intelecto y hasta el estatus social. Entonces ¿Quién tiene la última palabra en cuanto a belleza? Nadie.
Yo, María Elvira Espinosa Marinovich, tengo 20 años y he tenido sobrepeso desde que me acuerdo. Además de eso, soy muy alta, mido 1.77m, así que lo único que no he hecho en la vida es pasar desapercibida. Y sí, acepto que muchas veces me he sentido acomplejada por mil estupideces, que la mayoría de veces es una tortura ir de compras, porque no siempre encuentro mi talla, sino que para colmo, cuando la encuentro me queda corto o raro. Tengo cuerpo de pera, caderas pronunciadas y muslos gruesos, un aspecto más para tener en cuenta a la hora de ir de shopping. Soy talla M arriba y XL abajo. Además, calzo 41, así que es virtualmente imposible conseguir zapatos en almacenes nacionales, que solo los hacen hasta la talla 38. ¿Debería ponerme a llorar en un rincón y sentirme mal por como soy? Claramente no. Al contrario, he encontrado en la moda un gran desahogo, a diferencia de lo que podrían pensar. He aprendido con los años, a conocer mi cuerpo, y de esa manera he logrado saber qué me queda bien y qué no debo ni mirar. Además sé que esto no me pasa por ser gorda o por ser alta, sino por ser humana. Al haber vivido en dos ciudades tan distintas como lo son Bogotá y Cartagena, y haber tenido la fortuna de viajar tanto, me he dado cuenta de que el simple hecho de ser mujeres nos llena de complejos e inseguridades. No importa si eres aparentemente "perfecta", lo más probable es que al menos una vez al día sientas que eres una abominación de la naturaleza. Esto es lo más idiota del mundo, y por eso he tomado este espacio, para reafirmar que ni por un segundo lo somos. 
Nadie es perfecto, y eso es lo que nos hace perfectos. Por eso me rehúso a vivir bajo la "sombre de la gordura", pensando ni por un instante que eso es lo que me define. Si partimos del hecho de que las pruebas por las que nos pasa la vida son aquello que nos hace más fuertes y que define nuestro carácter, la manera como asumimos nuestros "defectos" físicos es lo que nos hace mejores o peores personas. Es decir, si por gorda me siento mal y dejo de hacer cosas, de malas por mí, porque no es la gordura lo que me impide vivir, sino yo misma. En cambio, si hago todo lo que se me de la gana, y de paso soy gorda, una cosa no tiene que ver con la otra, y seré eternamente fabulosa y feliz. Además, esto nada tiene que ver con gordura, conozco muchas mujeres que son flacas y a mis ojos divinas, y no se lo creen, entonces viven escondidas o pensando que todo lo que quieren es imposible y que solo se merecen lo peor. 
Lo que me parece más lamentable de nuestra sociedad es que exista tanta presión sobre la imagen de la mujer, donde además se invierten por completo los valores, haciendo que sea más importante tener buen cuerpo y linda cara a ser mujeres educadas, independientes, cultas, trabajadoras y buenas madres. Yo me pregunto, ¿Por qué no discriminamos a la gente estúpida? ¿ Por qué no rechazamos a las mujeres sumisas y débiles de carácter? Es algo que todos deberíamos pensar. Y no por el hecho de segregar a los demás, sino por valorar lo realmente importante. Esto es, en mi opinión, ser la mejor versión de nosotras mismas, según nuestros propios criterios. 
Lo siento mucho por la Azcárate si a ella por fea alguna vez le tocó mendigar amor, o si se desinhibió en la cama porque sentía que podía ser esa la última vez, pero a mí por gorda no me ha faltado amor, ni amigos ni sexo. De hecho cada vez que entro a un lugar siento todas las miradas sobre mí, y sé de hombres que se mueren por estar conmigo y ni siquiera se han atrevido a hablarme. También en los tres colegios por los que pasé, y las dos universidades en las que he estado, fui y soy querida por muchos, y mejor aún, admirada por mis talentos. Así que a la señora Alejandra le diré, que no es mejor ser flaca, ¡es mejor ser feliz!

4 comentarios:

  1. Que alegría leer esto!! En serio es como un alivio ante tanta infamia.

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  2. Leer esta columna ha sido refrescante!!! La Azcárate que busque psiquiatra para sus traumas y deje de escupir tanta idea fatua!!

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  3. Señorita espinosa realmente la felicito por su manera , precisa , clara e inteligente de pensar y mucho mas de escribir , pero lo que no comparto es que al final le hayas dado la razón a la azcarate pues en lo que ella mas hace énfasis y ha hecho desde siempre es decir que hay que ser feliz como somos claro ejemplo de como lo eres tu y muchos mas seres en el mundo exitos felicitaciones por que tienes un talento magistral para escribir saludos desde medellin tu ya admirador bryan cardona

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  4. me encanto, este articulo azcarate es solo un títere mediático, con presunción de humorista y no hay nada peor que un payaso que no da risa

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