Debo confesar que he dado muchas vueltas hoy para escribir este post. Creo que el tema a tratar es tan complicado de concretar como es de escribir. Las fantasías sexuales son un tema muy raro. Es decir, hay todo tipo de variantes, condiciones, experiencias y niveles de realidad. Son algo, sin embargo, de lo que no se salva ni la mente más pura. Así nunca nos atrevamos a convertirlas en realidad, sin darnos cuenta nos hacemos mil ideas en la cabeza, unas sucias, otras no tanto. Desde el cliché de pensar en Johnny Depp mientras lo hacemos con nuestro novio de más de dos años, hasta la picardía de imaginarnos con su mejor amigo. Ningún caso tiene nada de malo, como diría cualquier sexólogo "es algo natural y sano". Toda persona con un ápice de imaginación se pregunta de vez en cuando cuál es su mayor fantasía sexual. El problema en realidad no es tenerlas, es llevarlas a cabo. Esa es la parte que considero complicada, empezando porque muchas veces lo que es relativamente inocente dentro de nuestra cabeza puede ser incluso peligroso o incómodo en la realidad.
Para empezar, hay que saber diferenciar un fetiche de una fantasía. El primero es una parafilia, lo que quiere decir que sólo se logra el placer sexual gracias a un objeto en particular y no estrictamente por el acto sexual per sé. En cambio la fantasía es una imaginación ficticia e idealizada. Lo cierto es que muchas veces ambas definiciones se pueden cruzar, y mejor aún, la fantasía puede terminar siendo la realidad. Según muchos (tal vez casi todos), los artículos que leí para ilustrarme un poco más sobre el tema las fantasías están usualmente ligadas a la infidelidad. Esto es porque por lo general se cree que estas ilusiones sexuales están solamente sujetas a las parejas casadas, que tras años de monotonía "necesitan algo más" en sus relaciones. Así es que si buscan en Google "Fantasías sexuales", al menos los primeros 5 hits tendrán algo que ver con las relaciones monogámicas y el matrimonio. Sin embargo, me parece que no hay nada más alejado de la realidad. De hecho, aunque no sea algo de lo que se habla tan campantemente, muchas de mis amigas me han confesado al menos una de sus mayores fantasías sexuales. La más común es estar con otra mujer. ¿Son lesbianas? No. Esa es la ventaja de la fantasía, que a fin de cuentas no significa nada más que deseo. No genera ningún compromiso imaginarse en una situación subida de tono con otra mujer, más allá de que a veces te dan curiosidad y ganas hacerlo. Incluso si consolidas tal acto, tampoco significa otra cosa que "cumpliste tu fantasía". Nada más. Es quizás por eso que las fantasías son algo tan misterioso y tentador, porque no te comprometen ni te definen.
No obstante, el que no te definan en alguna categoría de la sexualidad no quiere decir que no te ayuden a definirte como persona, ya que tener certeza de lo que eres y de lo que te gusta son cosas que ayudan tremendamente a la hora de entablar nuevas relaciones con los demás y afianzar la que tienes contigo misma. Quiero empezar ahora a hablar concretamente de las fantasías sobre las que he escuchado que más me intrigan. Comenzaré por la más básica y una que seguro alguna vez les habrá rondado la cabeza. Me refiero a los tríos. Hay dos tipos de situaciones, principalmente, que lo pueden llevar a uno a participar de un ménage à trois: Estar en pareja y querer experimentar en busca de algo; o estar en una situación que desprevenidamente se convirtió en acto sexual. Sé que obviamente hay muchas más razones, pero estas son las dos que más me llaman la atención, en parte porque son las dos sobre las que he escuchado experiencias. En la primera, cuando se está en pareja, creo que es un error garrafal creer que puede ser una solución, y por experiencia les diré que hay que ser exagerdamente confiados en uno mismo, más que en la pareja, para poder soportar una experiencia así. Mi experiencia no es precisamente un trío, pero sí la contemplación de saber que mi antiguo novio quería estar con alguien más. Por mi locura posesiva imaginé mil veces proponerle un trío antes de permitir libertinamente una pseudo poligamia barata. Ninguna de las dos cosas ocurrió, lo único que pasó fue que terminamos y él se fue con otra. Pero ese no es el tema, sino que sabía que si las cosas se hubieran dado, si le hubiera cumplido esa fantasía, sé por mi inseguridad crónica que todo hubiera sido un reverendo desastre. Un trío no soluciona nada, si algo genera son más dudas, positivas y negativas.
Por el contrario, en el segundo caso, si el acto polígamo se da naturalmente, por decir, entre amigos desprevenidos, la cosa es muy distinta. Un amigo me contó que cuando vivía en Argentina, después de una fiesta se quedó con algunos de sus compañeros de la universidad su apartamento "rematando" el festín. Ya casi entrada la madrugada y con el aburrimiento al acecho, uno de ellos propuso jugar La verdad o se atreve. Lo sé, típico, ¿no? Sin darse mucha cuenta, los retos empezaron a calentarse, ya no era sólo darse picos, ahora era quitarse prendas, darse besos de 1 minuto, y luego darse besos entre tres personas. En fin, ya saben cómo terminaron las cosas. Sé que no es un trío porque eran cinco personas, pero va por la misma línea de juego. A pesar de que parece una situación relativamente ideal, mi amigo me dijo que no lo fue precisamente. No he entendido bien a qué se refiere, pero él dice que había demasiada energía, que pasaban demasiadas cosas y todo era muy pesado. Siento que me aproximo cuando imagino lo que es tener una relación sexual normal, es un hecho que se manejan muchas sensaciones, muchas emociones y cosas cósmicas que sobrepasan mi entendimiento. Lo que también me hace pensar, cuando uno fantasea, sea sobre lo que sea, uno tiende a idealizar exageradamente toda la situación. Me inclino a creer que es en parte gracias a la televisión y el cine, y es que ¿a quién se le da por imaginar olores sonidos y sabores raros? Así que a la hora de concretar una fantasía es algo que debemos considerar, las cosas jamás jamás, por bien que vayan, van a salir tal y como las pensamos.
Observar a otra persona autocomplacerse o a una pareja o grupo en medio de una relación sexual, es otra de las fantasías que se me hacen más intrigantes. Imagino la escena, estoy buscando algún objeto que no me pertenece, tan prohibido como lo que está por pasar. Siento ruidos entre voces y risas, me escondo en el clóset de la habitación, y sin más preámbulo llega una pareja de conocidos y comienzan a intimar sin saber que hay unos ojos curiosos detrás de las rejillas del clóset. Algo similar como lo que pasa en el tercer capítulo de la serie Girls, cuando Shoshanna se queda atrapada en el loft mientras Jessa entra con su ex completamente seducido. La diferencia es que Shoshanna no lo disfrutó, de hecho quedó completamente pasmada y un tanto traumatizada. En cambio, cuando es una fantasía personal, no puede desencadenarse sino placer.
De mirar a ser miradas. Tener público, o al menos a un espectador deseoso pero incapaz de tocarnos. El juego de miradas, la sensación de ser el objeto de deseo de alguien más, así esto no tenga un desenlace fortuito ni real, es algo que no podemos negarnos. Incluso sé que muchas de ustedes alguna vez sintiéndose un poco aventureras habrán dejado la cortina abierta mientras se vestían o se alistaban para dormir. Sé también que algunas a sabiendas de que había alguien en la ventana de en frente disimulando sin mucho éxito, lo hicieron.
Para empezar, hay que saber diferenciar un fetiche de una fantasía. El primero es una parafilia, lo que quiere decir que sólo se logra el placer sexual gracias a un objeto en particular y no estrictamente por el acto sexual per sé. En cambio la fantasía es una imaginación ficticia e idealizada. Lo cierto es que muchas veces ambas definiciones se pueden cruzar, y mejor aún, la fantasía puede terminar siendo la realidad. Según muchos (tal vez casi todos), los artículos que leí para ilustrarme un poco más sobre el tema las fantasías están usualmente ligadas a la infidelidad. Esto es porque por lo general se cree que estas ilusiones sexuales están solamente sujetas a las parejas casadas, que tras años de monotonía "necesitan algo más" en sus relaciones. Así es que si buscan en Google "Fantasías sexuales", al menos los primeros 5 hits tendrán algo que ver con las relaciones monogámicas y el matrimonio. Sin embargo, me parece que no hay nada más alejado de la realidad. De hecho, aunque no sea algo de lo que se habla tan campantemente, muchas de mis amigas me han confesado al menos una de sus mayores fantasías sexuales. La más común es estar con otra mujer. ¿Son lesbianas? No. Esa es la ventaja de la fantasía, que a fin de cuentas no significa nada más que deseo. No genera ningún compromiso imaginarse en una situación subida de tono con otra mujer, más allá de que a veces te dan curiosidad y ganas hacerlo. Incluso si consolidas tal acto, tampoco significa otra cosa que "cumpliste tu fantasía". Nada más. Es quizás por eso que las fantasías son algo tan misterioso y tentador, porque no te comprometen ni te definen.
No obstante, el que no te definan en alguna categoría de la sexualidad no quiere decir que no te ayuden a definirte como persona, ya que tener certeza de lo que eres y de lo que te gusta son cosas que ayudan tremendamente a la hora de entablar nuevas relaciones con los demás y afianzar la que tienes contigo misma. Quiero empezar ahora a hablar concretamente de las fantasías sobre las que he escuchado que más me intrigan. Comenzaré por la más básica y una que seguro alguna vez les habrá rondado la cabeza. Me refiero a los tríos. Hay dos tipos de situaciones, principalmente, que lo pueden llevar a uno a participar de un ménage à trois: Estar en pareja y querer experimentar en busca de algo; o estar en una situación que desprevenidamente se convirtió en acto sexual. Sé que obviamente hay muchas más razones, pero estas son las dos que más me llaman la atención, en parte porque son las dos sobre las que he escuchado experiencias. En la primera, cuando se está en pareja, creo que es un error garrafal creer que puede ser una solución, y por experiencia les diré que hay que ser exagerdamente confiados en uno mismo, más que en la pareja, para poder soportar una experiencia así. Mi experiencia no es precisamente un trío, pero sí la contemplación de saber que mi antiguo novio quería estar con alguien más. Por mi locura posesiva imaginé mil veces proponerle un trío antes de permitir libertinamente una pseudo poligamia barata. Ninguna de las dos cosas ocurrió, lo único que pasó fue que terminamos y él se fue con otra. Pero ese no es el tema, sino que sabía que si las cosas se hubieran dado, si le hubiera cumplido esa fantasía, sé por mi inseguridad crónica que todo hubiera sido un reverendo desastre. Un trío no soluciona nada, si algo genera son más dudas, positivas y negativas.
Por el contrario, en el segundo caso, si el acto polígamo se da naturalmente, por decir, entre amigos desprevenidos, la cosa es muy distinta. Un amigo me contó que cuando vivía en Argentina, después de una fiesta se quedó con algunos de sus compañeros de la universidad su apartamento "rematando" el festín. Ya casi entrada la madrugada y con el aburrimiento al acecho, uno de ellos propuso jugar La verdad o se atreve. Lo sé, típico, ¿no? Sin darse mucha cuenta, los retos empezaron a calentarse, ya no era sólo darse picos, ahora era quitarse prendas, darse besos de 1 minuto, y luego darse besos entre tres personas. En fin, ya saben cómo terminaron las cosas. Sé que no es un trío porque eran cinco personas, pero va por la misma línea de juego. A pesar de que parece una situación relativamente ideal, mi amigo me dijo que no lo fue precisamente. No he entendido bien a qué se refiere, pero él dice que había demasiada energía, que pasaban demasiadas cosas y todo era muy pesado. Siento que me aproximo cuando imagino lo que es tener una relación sexual normal, es un hecho que se manejan muchas sensaciones, muchas emociones y cosas cósmicas que sobrepasan mi entendimiento. Lo que también me hace pensar, cuando uno fantasea, sea sobre lo que sea, uno tiende a idealizar exageradamente toda la situación. Me inclino a creer que es en parte gracias a la televisión y el cine, y es que ¿a quién se le da por imaginar olores sonidos y sabores raros? Así que a la hora de concretar una fantasía es algo que debemos considerar, las cosas jamás jamás, por bien que vayan, van a salir tal y como las pensamos.
Observar a otra persona autocomplacerse o a una pareja o grupo en medio de una relación sexual, es otra de las fantasías que se me hacen más intrigantes. Imagino la escena, estoy buscando algún objeto que no me pertenece, tan prohibido como lo que está por pasar. Siento ruidos entre voces y risas, me escondo en el clóset de la habitación, y sin más preámbulo llega una pareja de conocidos y comienzan a intimar sin saber que hay unos ojos curiosos detrás de las rejillas del clóset. Algo similar como lo que pasa en el tercer capítulo de la serie Girls, cuando Shoshanna se queda atrapada en el loft mientras Jessa entra con su ex completamente seducido. La diferencia es que Shoshanna no lo disfrutó, de hecho quedó completamente pasmada y un tanto traumatizada. En cambio, cuando es una fantasía personal, no puede desencadenarse sino placer.
De mirar a ser miradas. Tener público, o al menos a un espectador deseoso pero incapaz de tocarnos. El juego de miradas, la sensación de ser el objeto de deseo de alguien más, así esto no tenga un desenlace fortuito ni real, es algo que no podemos negarnos. Incluso sé que muchas de ustedes alguna vez sintiéndose un poco aventureras habrán dejado la cortina abierta mientras se vestían o se alistaban para dormir. Sé también que algunas a sabiendas de que había alguien en la ventana de en frente disimulando sin mucho éxito, lo hicieron.
Hasta ahora he tocado la punta del iceberg, soy consciente de que el tipo de fantasías que he nombrado son fáciles, hasta inocentes, en cuanto su consecución no llegaría a consecuencias relevantes. En cambio hay otras que requieren de mucha convicción. Para muchas de nosotras se quedarían eternamente guardadas en el cajón de la memoria. Una amiga mía, que por hoy llamaremos Lucía, me confesó que su mayor fantasía era ser una prostituta. Aclaro, no era que quisiera cobrar a cambio de sexo, sino que quería sentirse en control de una situación así. Su fantasía era dominar a un hombre, también en parte sentirse deseada. Imagino el poder y la satisfacción que debe darle a uno el hecho de que alguien quiera pagar por tan siquiera una hora de su tiempo. Le pregunté a Lucía por qué no llevaba esto a cabo, y con toda la razón aceptó que es muy complicado. Y es que ¿uno cómo hace eso? ¿Acaso uno puede simplemente un día pararse en una esquina y esperar al mejor postor? No creo. Si se vieron el episodio de Tabú Latinoamérica sobre la prostitución, sabrán más que bien que ese es un mundo oscuro y lleno de recovecos inimaginables. Es un trabajo donde si no estás en una posición privilegiada, corres un peligro inminente ante algún loco que te ofrezca unos pesos, y aún así, nunca estás exenta de nada. Igualmente, esto no significa que sea imposible hacer realidad tu fantasía, si es como la de Lucía. Querer es poder, y debe haber muchas maneras de lograrlo garantizando tu seguridad.
El mayor problema de algunas fantasías es que cuando se hacen realidad te pueden cambiar la vida. Una amiga que tuve en el colegio siempre imaginó meterse con un profesor. Le agradaba la idea de un hombre lo suficientemente mayor como para enseñarle cosas, y lo suficientemente joven como par que se fijara en ella. Y así pasó. Uno de nuestros profesores se fijó en ella. De hecho llegó a acosarla un poco. Recuerdo un día, después del prom de un amigo del colegio, y de que él nos dijera que no iba a ir, llegó y persiguió a mi a miga descaradamente toda la noche. Fue uno de esos casos en que uno no sabe lo que busca hasta que lo encuentra. Él comenzó, luego ella lo provocó, y cuando él siguió el juego, ella no supo sino esconderse. Esa misma noche, cuando llevé a mi amiga a su casa, dejó su celular en mi carro. Como era mi mejor amiga, cuando vi mensajes del número del profesor los leí. Eran algo sucios, lo que me hizo dudar de lo que ella me había dicho antes, que todo lo que hablaban era muy superficial. Igual ese no era mi asunto así que no le di muchas vueltas. Finalmente ellos nunca consumaron lo que se decían. A lo máximo que llegó todo fue a un tease por Skype.
Sea cual sea tu fantasía sexual, así no estés dispuesta a hacerla realidad, al menos permítete imaginar escenarios inverosímiles o realistas. Hazlo, porque sólo así sabrás quien eres, sabrás lo que quieres. Una vez te decidas a convertirlos en realidad, debes estar abierta a los caminos inesperados a los que te llevarán. Sí, sé que suena todo un poco a sexual-self-help, pero es cierto.
Muy interesante, me gustó!
ResponderEliminarSaludos especiales desde la bella hamburg,
http://mariposa-world.blogspot.de