La pregunta sobre si la moda es arte o no, ha generado debate durante toda la modernidad. Pero son los momentos en que una pieza de ropa -de excepcional manualidad y confección- nos brinda una experiencia estética similar a la de una obra de arte, en que entendemos las complejidades de este cuestionamiento. La maison de modas Viktor & Rolf, quienes desde febrero de este año anunciaron el fin de su línea prêt-a-porter en favor de entregarse de lleno a la alta costura, traen a escena nuevamente la pregunta. Esta vez, parecieran enfocarse en la creencia de que la diferencia está en que la moda se lleva puesta, mientras que el arte se cuelga en la pared de un museo. Esta colección cumple con ambos formatos, y se crea y recrea como moda y arte, eliminando cualquier trazo que diferencie a ambos universos estéticos. A medida que el show avanza, los diseñadores toman los vestidos que llevan las modelos, los retiran, y con la mano cuidadosa de un galerista pendiente, montan lo que ahora es una obra, sobre las paredes de una pasarela que también ahora se transforma en espacio artístico. Como resultado queda la exposición de una serie de obras que hacen guiño a las distintas épocas en historia del arte. Se dilucidan manchas obras barrocas y posteriores, distorsionadas sobre un lienzo que también es vestido, dentro de marcos y bastidores resquebrajados.
